martes, 8 de julio de 2025

9 de Julio

 


“El hombre nace libre y se halla, sin embargo, por todas partes encadenado.”

Así comenzaba Rousseau “El Contrato Social”, y así resonaba —impreso en fragmentos— desde los púlpitos del Río de la Plata, cuando Mariano Moreno hizo traducir y circular esas ideas entre sermones y responsos. Como quien siembra futuro a través de las palabras, Mariano Moreno confiaba en que la libertad debía empezar por el pensamiento. Había que formar un pueblo capaz de pensarse libre.  

En 1816, ese eco llegó a Tucumán. En una casa baja de muros encalados, los representantes de las Provincias Unidas declararon su voluntad de romper los vínculos con el trono español y “toda otra dominación extranjera”. Y lo plasmaron en el acta: “sosteniendo solemnemente su independencia absoluta y manifiesta.” No era sólo una proclama. Era un acto de creación política.  

Pero esa extraordinaria palabra —libertad— no se pronuncia igual de una vez y para siempre. Se resignifica con cada generación. Se pone en juego cuando alguien se pregunta para qué se educa, a quién sirve el conocimiento, qué futuro imaginamos como país. (Fuente: Universidad Kennedy)

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